Fue la cumbre más extensa, pero no logró avances relevantes en los compromisos de los países para frenar el calentamiento global o acordar reglas para los mercados de carbono. La presidencia chilena de la cita recibió críticas.
Fuente Pauta.cl
A pesar de los esfuerzos, la cumbre del clima de Naciones Unida concluyó sin los avances que se esperaban, a pesar de que su clausura se realizó un día y medio más tarde de lo inicialmente planificado para dar más tiempo para construir acuerdos. El estándar es alto: en las COP los acuerdos se adoptan en forma unánime por los 196 países signatarios del convenio marco del clima. Los textos finales no lograron suficiente respaldo para ser aprobados de modo que quedarán para la próxima cumbre.
La meta era difícil. Los científicos demandan más urgencia para frenar el calentamiento global. El 2019 estará entre los tres años más cálidos del mundo desde 1850 debido al efecto de los gases invernadero. Si bien mediante el Acuerdo de París en 2015 los países se comprometieron a reducir sus emisiones para lograr que el aumento de la temperatura del planeta sea menos de 2°C respecto de los niveles preindustriales, los especialistas señalan que hoy incluso la meta de 1,5°C no se cumplirá.
De ahí que esta COP25 y su lema «Tiempo de actuar» buscaba acelerar los cambios. Los logros, sin embargo, fueron menores a los esperados y, como lo reconoció la presidenta de la cumbre, la ministra de Medio Ambiente de Chile, Carolina Schmidt, «no son suficientes».
La visión de los líderes no fue más optimista. El secretario de las Naciones Unidas, António Guterres, dijo estar «decepcionado» por lo que calificó como una «oportunidad perdida» para enfrentar la crisis climática.
El director de WWF Chile, Ricardo Bosshard, afirma que «lamentablemente el resultado de la COP25 no era lo que esperábamos». Esto porque «no ocurrió la ambición que esperábamos, fue vetada por los países más grandes y con mayores emisiones. Estados Unidos, China, India, Arabia Saudita, Japón y Brasil vetaron cualquier texto que expresara mayor ambición». A su juicio, ello es grave «porque la ciencia nos dice que tenemos que actuar y hacerlo ahora. Tenemos 10 años para reducir las emisiones en 50% y con este texto no estamos en el camino que nos pide la ciencia».
El ecologista espera que en el periodo que resta hasta la próxima COP, Chile se constituya en ejemplo con un NDC que «presente esa mayor ambición y le permita seguir liderando».
Uno de los puntos que generó mayor conflicto fue el ajuste al artículo 6 del Acuerdo de París, que regula el mercado internacional de derechos de emisiones de carbono. Esta fórmula permite a los países que no logren cumplir con sus objetivos de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, compensarlas adquiriendo créditos de proyectos que mitigan esas emisiones; por ejemplo, con proyectos de bosque nativo, energías renovables y reciclaje, entre otros.
Uno de los objetivos de la COP25 era consensuar una fórmula para desarrollar este mercado, evitando la «doble contabilidad» (que se cuente el mismo crédito por parte del país que lo compra y el que lo emite) y que se trasladen los créditos de carbono vigentes que se han certificado mediante sistemas menos transparentes y rigurosos.
En la recta final, la ministra Schmidt dejó la negociación de este complejo punto en manos de la ministra para la Transición Ecológica de España, Teresa Ribera, quien tras arduos esfuerzos reconoció el fracaso.
El tema quedará pendiente para la COP26 que se desarrollara Glasgow, Escocia, en el Reino Unido, en noviembre de 2020.
También se valoró la mayor transversalidad a la hora de empujar las acciones por el cambio climático, que hasta ahora se mantenían en el ámbito de los responsables del medio ambiente. Así, en esta COP hubo un «cambio de rumbo» como lo reconoce el comunicado final, ya que por primera vez se realizaron reuniones de alto nivel con los ministros que lideran los principales sectores emisores y capturadores de gases de efecto invernadero (Agricultura y Energía) y la creación de una red de 51 ministros de finanzas por el cambio climático.
Sin embargo, hubo diversas críticas a la forma en que la ministra Carolina Schmidt condujo las complejas negociaciones, tanto por la falta de ambición, porque los borradores iniciales de acuerdo a juicio de grupos ecologistas constituían un retroceso, como por los problemas de conducción.
La coordinadora de campaña de Greenpeace Chile, Estefanía González, quien participó en la cumbre integrando la delegación de esa entidad ecologista, afirma que tiene una evaluación preocupante de los resultados de la COP25.
«El rol que tuvo Chile como presidente de la COP no solo fue insuficiente, sino vergonzoso. Chile tenía un mandato dado por Naciones Unidas de apuntar a la ambición climática, esta negociación era clave para llegar al 2020 con compromisos claros de los países. Pero vimos una presidencia débil, no dispuesta a escuchar las voces de los distintos países y de quienes se han manifestado por la emergencia climática», critica.