La Central Ralco, inaugurada en 2004 por Endesa (hoy Enel), marcó un antes y un después en territorio mapuche pewenche, generando conflictos socioambientales y alteraciones en la vida y cultura de la población. A dos décadas de su instalación, comunidades locales y organizaciones denuncian impactos en el territorio, como la desconexión cultural, la relocalización forzada y la pérdida del estado natural del río Biobío, mientras resurge la defensa del territorio y la memoria histórica en las nuevas generaciones.
Fuente Resumen, 15 de diciembre de 2024
Corría el 27 de septiembre de 2004 y la transnacional Endesa España -hoy Enel- inauguraba la central hidroeléctrica Ralco, la cual implicó un profundo proceso de conflicto socioambiental en territorio pewenche que conllevó impactos y cuestionamientos hasta la actualidad, en un contexto donde el río Biobío posee cuatro hidroeléctricas en su cauce y la amenaza de instalarse una quinta: Central Rucalhue.
Luis Rivera, el entonces presidente de Endesa, indicó que Central Ralco es «uno de los mayores emprendimientos eléctricos de los últimos tiempos de Chile, de toda América Latina y, si me apuran, del mundo», palabras que resonaron en el gobierno de la época quien le dio el respaldo al negocio energético.
Pero el tema no inició ni terminó ahí. La cronología de los hechos encuentra en la década de 1970 parte de los inicios tras la expropiación del fundo Guayalí para ser parcelado y «asentar a los actuales colonos». Sin embargo, fue en plena dictadura, acorde a lo registrado en el texto «Aguas Turbias» que Endesa obtuvo los primeros derechos de agua que conllevó posteriormente la construcción del puntapié hidroeléctrico en el Biobío bajo la administración de Patricio Aylwin: Central Pangue, también propiedad de la transnacional española.
Sin embargo, tras una férrea resistencia de parte de comunidades pewenche y solidaridad de organizaciones chilenas, donde las hermanas Quintreman jugaron un rol fundamental para visibilizar el conflicto, Central Ralco inició operaciones con una capacidad instalada de 689 MW siendo, hasta la actualidad, la hidroeléctrica con mayor capacidad construida en Chile.
20 años han pasado desde su inauguración, y la memoria de organizaciones y comunidades locales ha jugado un rol fundamental. Ante esto, RESUMEN contactó a la organización Malen Leubü -equipo y colectivo de mujeres que se reúnen a partir del rafting y la defensa del territorio pewenche de Alto Biobío-, quienes han impulsado una serie de actividades en conmemoración de las dos décadas de impactos que se viven en el territorio, y cuya entrevista se deja a continuación:
¿En qué han constatado las actividades realizadas en el marco de los 20 años de la Central Ralco?
REMEMORAR: Se enmarca en una iniciativa que busca conversar en un espacio educativo y de confianza sobre lo que acontece en el territorio-cuenca del Biobío, referidas a las amenazas extractivistas al Itrobil Mongen. El principal objetivo ha sido fomentar la comprensión de la historia local entre las generaciones actuales, centrándose en la inundación y relocalización de las familias en Ralco Lepoy producto de la construcción de la central hidroeléctrica Ralco.
Realizamos talleres educativos en la Escuela Ralco Lepoy y Palmucho, que incluyeron narrativas orales y testimonios directos de quienes vivieron el proceso de despojo e inundación con la central Ralco. Por otro lado, establecimos espacios de diálogo (ngutram) donde las nuevas generaciones pudieron expresar sus opiniones sobre la historia, el despojo y la identidad Pewenche.
En la misma línea, organizamos un encuentro entre los ancianos de la comunidad y los estudiantes para compartir experiencias y reflexionar sobre el futuro, sumado a instancias donde los jóvenes también plantearon ideas y propuestas para seguir protegiendo el río Biobío.
Culminamos con la inauguración de un mural, realizado por el colectivo Arteaga, el cual refleja que las personas y la naturaleza somos uno solo. Además de la representación de las hermanas Quintreman, ñaña Berta y Nicolasa quienes han sido reconocidas por el liderazgo sostenido durante la oposición al proyecto central Ralco.
También, con este proyecto nos hemos planteado que es fundamental preservar la memoria histórica, especialmente en el contexto de proyectos que han tenido un impacto significativo en comunidades y ecosistemas. La represa Ralco, como símbolo de la lucha por la defensa del territorio y la cultura, representa no solo el sufrimiento de las comunidades afectadas, sino también la resistencia y la resiliencia de quienes han luchado por sus derechos.
La educación sobre estas historias es crucial para que las nuevas generaciones comprendan las implicaciones de decisiones que afectan su entorno y su cultura. Al transmitir esta historia, se fomenta una conciencia crítica y un sentido de responsabilidad hacia el futuro. Es vital que los jóvenes se conviertan en guardianes de esta memoria, no solo para honrar a quienes han sufrido, sino también para asegurarse de que se tomen decisiones más justas y sostenibles en el futuro.
La defensa del territorio y la cultura no solo es un acto de recordar, sino también de actuar. Las nuevas generaciones pueden utilizar esta historia como una plataforma para abogar por políticas más equitativas y sostenibles, garantizando que las voces de las comunidades sean escuchadas y respetadas. Al final, mantener viva la historia del río y su significado es un paso hacia la justicia social y ambiental .
¿Cuáles son los principales impactos que han vivido en el territorio tras 20 años de la presencia de la Central Ralco?
Los principales impactos son el desapego con el río Biobío, el que las nuevas generaciones no conozcan el Biobío en su estado natural y la desconexión entre las mismas comunidades y familias.
La relocalización dividió territorialmente a muchos habitantes, y eso hoy en día hace que las familias que fueron vecinas y vivieron en comunidad hoy no se ven y perdieron contacto. También, se suma a los impactos la evangelización, muchas familias se han desapegado de sus tradiciones ancestrales y hoy asisten a las iglesias.
A partir de los emplazamientos constantes a la empresa por su gestión de emergencia o avisos de apertura de compuertas ¿Han tenido nuevas respuestas o espacios de trabajo? ¿Se les ha escuchado?
No hemos tenido respuestas, ni pronunciamientos, nada. Nos agotamos en algún momento de seguir exigiendo soluciones y nadie más ha reaccionado al respecto.
Esperamos que con la actual administración el diálogo sea más fácil y, sino, tendremos que seguir presionando.
A partir del trabajo que han realizado con infancias ¿Cuál es la percepción que plantean ellas y ellos ante esta situación?
Existe algo de desconocimiento del daño causado por las represas, pero muchos de los niños han escuchado en conversaciones con sus abuelos o familiares, historias relacionadas a aquel proceso. La gran mayoría reconoce que este proceso fue dañino para el territorio y que generó cambios irreparables para sus vidas. Ahora, en consecuencia de que lo sucedido es algo negativo para la vida y la cultura, las niñas y los niños proponen proteger los ríos, cuidarlos y eliminar las represas que hay ahora, para ellos y ellas poder conocer el río Biobío.
Pensamos que tenemos que seguir recuperando la vida en comunidad por sobre todas las cosas y en conjunto con ello, expandir la voz de las infancias. Realmente niñas y niños tienen las cosas muy claras y deberíamos apoyarles más.
Por otro lado, es fundamental considerar varios caminos que respeten los derechos de las comunidades locales. Algunas ideas son:
Diálogo y Consulta: Establecer espacios de diálogo entre las empresas hidroeléctricas, el gobierno y las comunidades pewenche, asegurando que se respeten sus derechos y se escuchen sus preocupaciones.
Respeto a los Derechos Indígenas: Garantizar que se cumplan los derechos consagrados en convenios internacionales, como el Convenio 169 de la OIT, que protege los derechos de los pueblos indígenas, incluyendo su derecho a la tierra, el territorio y la consulta previa.
Evaluaciones de Impacto Ambiental y Social: Realizar evaluaciones exhaustivas que consideren no sólo el impacto ambiental, sino también las repercusiones sociales y culturales que los proyectos hidroeléctricos pueden tener en las comunidades
Fortalecimiento de Capacidades Locales: Promover la capacitación y el empoderamiento de las comunidades pewenche para que puedan participar activamente en la toma de decisiones.
Monitoreo y Transparencia: Establecer sistemas de monitoreo independiente que aseguren la transparencia en las operaciones de las empresas hidroeléctricas y en el cumplimiento de las normativas ambientales y sociales.
Preservación Cultural y Ecológica: Asegurar que los proyectos respeten lo ya construidos y preserven el patrimonio cultural y los ecosistemas de la zona, promoviendo prácticas que sean sostenibles a largo plazo.