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La ciencia propone generar una nueva ley para proteger las costas

Una legislación que considere la diversidad de la costa y el cambio climático aseguraría la conservación de humedales y dunas, pero también las actividades humanas.

Fuente El Mercurio

Desde 2015, las marejadas no solo se han vuelto más intensas, sino también han aumentado. Ellas ponen en peligro a personas y actividades humanas, pero además están dejando un efecto duradero en las costas. Este y otros fenómenos cambiantes están volviendo aún más complejo el legislar sobre esta zona de la geografía de Chile, y el proyecto de ley que se discute actualmente no se adecuaría a esta nueva realidad, aseguran los especialistas.

El Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden) lanzó, en conjunto con profesionales de laFundación Terram, un documento de trabajo que propone una nueva ley para regular las costas y que incluye dos factores clave: la ciencia y la participación ciudadana.

Si bien el ‘proyecto de ley de Administración del borde costero y concesiones marítimas’ se encuentra actualmente en segundo trámite constitucional en el Senado, los investigadores creen que dicha regulación está obsoleta. ‘No ayuda al desarrollo sostenible. Potencia mucho más el extractivismo que la conservación’, dice Carolina Martínez, académica de Geografía de la Universidad Católica, investigadora del Cigiden y una de las autoras del documento.

Distintas realidades

Uno de los argumentos que esgrimen los científicos es que el proyecto en discusión no considera las grandes diferencias que existen en la costa a lo largo del país, así como tampoco los efectos locales del cambio climático. ‘Hay zonas costeras donde la erosión ha hecho retroceder la costa hasta 1, 2 metros por año’, ejemplifica la experta. La regulación tiene que poder adaptarse a esa realidad cambiante, agrega. ‘La ley debería elaborarse considerando la información científica y la proyección del impacto del cambio climático en el futuro’, opina Patricio Winckler, académico de la Escuela de Ingeniería Civil Oceánica de la Universidad de Valparaíso e integrante del grupo de investigadores que elaboró un estudio para determinar el riesgo de los impactos del cambio climático en las costas de Chile solicitado por el Ministerio del Medio Ambiente.

Pero además, agrega, la ley no debería hablar de borde costero, lo que implica una ubicación geográfica fija, sino de una zona a definir según las características e impactos locales. Carolina Martínez concuerda. En la Región del Biobío hay humedales con hasta 9 kilómetros de extensión, mientras que en la zona central llegan a los 4 o 5. ‘Definir una zona fija en los primeros 200 metros, como lo hace el proyecto actual, está obsoleto desde el punto de vista de la ciencia’, dice. Además, la forma propuesta de determinar el área protegida no solo conservaría a los ecosistemas, sino también a las actividades humanas. La costa es la primera línea frente a maremotos y marejadas, advierte Rodrigo Cienfuegos, director del Cigiden.

‘La depredación urbana de playas, dunas y humedales expone a personas y bienes a inundaciones costeras. Además, destruye la resiliencia natural de los sistemas socioambientales’, dice. La participación ciudadana es clave en esta nueva regulación. ‘La costa se está modificando rápidamente por el cambio climático y la ciencia nos ha ayudado a entender eso’, dice Jacqueline Peters, presidenta de Comité Ambiental Comunal de Algarrobo. Con ello, agrega, ahora tienen argumentos más poderosos para plantear las necesidades locales ante los legisladores.